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viernes, 17 de abril de 2009

Funciones del lenguaje




FUNCIONES DEL LENGUAJE
La lengua es uno de los mas perfectos sistemas de comunicación creados por el hombre con el fin de “comunicar uno a otro algo sobre las cosas” buhler.
Karl Bühler un lingüista austriaco presenta una propuesta en su obra Teoría del lenguaje un esquema que ha sido muy aceptado donde las funciones del lenguaje son tres específicamente:
La función representativa, relacionada precisamente con el contexto, con las cosas aludidas (símbolos), es la función que se debe tener bastante nivel cognitivo del lenguaje pues ella implica el desarrollo de procesos cognitivos como la observación, la comparación, la conceptualización, la clasificación, etc. la función representativa se manifiesta de manera clara en los postulados científicos, en los textos de tipo técnico o didáctico y, en general, en toda comunicación lingüística de carácter expositivo o informativo.
Ejemplo: extraído de la obra “Memoria de mis putas tristes: Pag. 85: Los testigos coincidieron en que la ciclista herida era muy joven, alta y delgada, y con el cabello corto y delgado”.
función expresiva
, vinculada con el emisor, cuya interioridad expresa (síntoma), esta función permite al emisor la exteriorización de sus actitudes, sentimientos e inquietudes en esta función lo primordial es el estado de animo del emisor
PAG. 26: “no te pasa el tiempo, suspiro con tristeza. Yo quise halagarla: A ti si, pero para bien”
y la función apelativa, vinculada con el receptor, por cuanto es una apelación al oyente, con el fin de dirigir su conducta (señal). Así pues, un enunciado lingüístico es “ señal para el oyente, síntoma de algo en el hablante y símbolo del contenido objetivo que transmite”, esta función esta dirigida al oyente como un mandato, orden, requerimiento, exhortación o simplemente para llamar la atención.
Pag. 47:”Prometió poner a la niña en confesión, y si era el caso obligarla a devolver la plata. ¿Qué te parece? Déjalo de ese tamaño, le dije, aquí no paso nada”.

Dentro de la concepción estructuralista de la lengua como un sistema que cumple una finalidad,Roman Jakobson lingüista de origen ruso, (1896-1982), máximo exponente del famoso Círculo lingüístico de Praga, propu
so en su obra “Ensayos de lingüística general”, estudiar primero todos los factores que constituyen cualquier acto de comunicación verbal, para luego poder identificar las funciones del lenguaje y quien agrego tres funciones mas.

Función poética: esta función se centra en el mensaje consigo mismo y se presenta cuando todos los elementos del código lingüístico se concentran en el mensaje. El mensaje recibe una construcción especial por medio de procedimientos retóricos, estilísticos, semióticos, de selección, que tienen como propósito convertirlo en un objeto estético
Pag. 75: "A principios del nuevo año empezábamos a conocernos como si viviéramos juntos y despiertos, pues yo habia encontrado un tono de voz cauteloso que ella oia sin despertar, y me contestaba con un lenguaje natural del cuerpo".
la función fática o de contacto
tiene como finalidad precisamente poner en contacto comunicativo a los interlocutores, situarlos en el diálogo para que, abierto ya el canal, puedan desarrollar el asunto concreto que deseen
Pag. 10: "Ella preguntó alarmada: ¿Qué es lo que quieres probarte? Nada, le contesté, lastimado donde mas me dolia, sé muy bien lo que puedo y lo que no puedo. Ella dijo impasible que los sabios lo saben todo, pero no todo: Los unicos Virgos que van quedando en el mundo son ustedes los de agosto.

La función metalingüística posibilita la autorregulación de nuestras propias comunicaciones porque implica una reflexión sobre la lengua y la manera como la utilizamos, y, además, porque nos permite reflexionar sobre las otras funciones.

Pag. 77: Al cabo de un rato me llamó desde el criadero para decirme que no había más remedio que sacrificarlo, y necesitaban mi orden. ¿Por qué? Porque ya está muy viejo, dijo Damiana. Pensé con rabia que a mí también podían asarme vivo en un horno de gatos. Me sentí inerme entre dos fuegos: no había aprendido a querer el gato, pero tampoco tenía corazón para ordenar que lo mataran sólo porque era viejo.

Cada vez que hablamos estamos expresando sentimientos, conocimientos actitudes que hacen que nuestros oyentes nos entiendan. Cada expresión tiene su espacio, su función dentro del lenguaje y lleva un mensaje que si se expresa correctamente va ha ser entendido.

Las funciones del lenguaje como lo establecen los teoricos Buhler y Jakobson son tan específicos que se puede analizar fácilmente que función es la que se realiza cuando se lee o cuando se habla, es el caso con la obra que analizo "Memorias de mis putas tristes de Gabriel Garcia Marquez. . El lenguaje, como lugar de encuentro entre el ser humano, la realidad y la fantasia, constituye el fundamento de las relaciones humanas, erigiéndose así en pieza básica de intercambio de ideas, y de posibles experiencias propias del escritor y que hace llegar al lector de una forma envolvente. Examinando este libro como docente veo la gran importancia de enseñarles a los alumnos ha realizar lecturas agradables que puedan entender y analizar de una forma placentera y donde ellos puedan sacar sus propias conclusiones de dichas obras y en el caso de esta obra seria de muy facil asimilacion para nuestros alumnos porque las funciones del lenguaje estan visibles al lector.




jueves, 9 de abril de 2009

FUNCION METALINGUISTICA




De función metalingüística habla por primera vez -que sepamos- Roman Jakobson en 1956, en una "disertación" presentada en la Linguistic Society of America y publicada veinte años más tarde bajo el título "Metalanguage as a Linguistic Problem". Según su propia confesión, Jakobson calca el término metalenguaje del lógico polaco Alfred Tarski, primero, al parecer, que encerró entre comillas los signos (palabras, expresiones) cuando eran objeto de mención (y no de uso). A su vez, la distinción.


Y en este mismo marco del lenguaje en interacción inscribe Weinrich sus observaciones acerca del metalenguaje: "Siempre que al hablar se producen perturbaciones o dificultades en la comprensión, los interlocutores intentan aclarar por procedimientos metalingüísticos la comprensión del texto problemático". Creemos, sin embargo, que desde este punto de vista es lícito matizar y ampliar el alcance "metalingüístico" que tanto Jakobson como Weinrich atribuyen a nuestro comportamiento comunicativo y esbozar una posible clasificación de la Funcion Metalinguistica que nos permita un estudio más racional de ella.

En la obra Literaria Memorias de mis putas tristes del escritor Gabriel Garcia Marquez analizando la funcion metalinguistica con respecto a la connotacion segun escrito por el añutor en la pagina 80 "Yo me lavé la conciencia con un ceño de pesadumbre en el entierro más cínico y concurrido del siglo." es denotativo porque esta indicando la accion que se realizo; ademas se esta estableciendo vinculos de asociacion entre el signo y el referente.
En cuanto a la funcion Metalinguistica explicita en la pagina 50 " Yo era el tercero de la derecha, con el sombrero canotier, la corbata de nudo grande con una perla en el prendedor, el primer mostacho de coronel civil que tuve hasta los cuarenta años, y los espejuelos metálicos de seminarista présbita que no me hicieron falta después del medio siglo." hace manifiesto a la importancia que le ha premiado la vida a traves del tiempo y que aun hasta esos momentos se sentia orgulloso de contar con vida, de manifestar alegria por los triunfos obtenidos.
En la funcion Metalinguistica implicita en la pagina 25: " Desde allí vi la enorme luna de cobre que se alzaba en el horizonte, y una urgencia imprevista del vientre me hizo temer por mi destino, pero pasó de largo." en nuestras actividades codidianas nos proporcionar tambien numerosos ejemplos de esta funcion metalinguistica implicita porque la finalidad primaria del acto comunicativo en que se insertan no sea la de informar acerca del propio lenguaje, en algun momento del proceso comunitivo, el emisor o el receptor han tomado el codigo o su funcionamiento como referente.
Con respecto a la sinonimia en la pagina 23: "Entonces sentí el zarpazo del pánico y a la primera campanada de las ocho bajé a tientas las escaleras en tinieblas, sudando de miedo, y salí a la noche radiante de mis vísperas." aqui en este ejemplo la sinonimia se realiza mediante la contraposicion de contrarios aparentes (panico - miedo, tinieblas - noche) al servicio de la expresividad y de la funcion poetica, aqui el autor busca una comunicacion fluida con el lector, y puede aparecer por distintos motivos, casi siempre de caracter expresivo o ludico, en la lengua coloquial.
En la autoregulacion pagina 21: "Encontré una pavita mejor de la que querías, pero tiene un percance: anda apenas por los catorce años. No me importa cambiar pañales, le dije en chanza sin entender sus motivos." El autor utiliza un lenguaje regulado que se puede entender facilmente.

La función metalingüística es, además, importantísima en cualquiera de sus manifestaciones. Sin metalenguaje no podríamos aprender otras lenguas ni estudiar una lengua o un lenguaje en particular. Como se ha afirmado, el metalenguaje cumple un papel esencial en el aprendizaje infantil de la lengua: los niños comparan sus nuevas adquisiciones con las antiguas y su forma de hablar con la de los adultos, discuten con viveza sobre formas, sonidos, significados, sinónimos y homónimos, construcciones... Nuestras habilidades metalingüísticas son determinantes en actividades y problemas cotidianos como la interpretación de textos (saber que algo está escrito de "esta" manera y debe interpretarse de "tal" modo y no de tal otro), juzgar y crear el estilo literario, entender juegos de palabras, aprender una segunda lengua, crear y/o interpretar expresiones ambiguas, reír ante ciertos lapsus linguae ("Ponme un bocadillo de cerveza y una coca-cola"), sacar puntuación alta en un test de inteligencia, comprender/interpretar bien a algunos de nuestros semejantes, y jugar: al ahorcado, al scrabble, a las películas; hacer crucigramas, resolver jeroglíficos...
Pienso que el metalenguaje se aprende a medida que se va conociendo los signos linguisticos porque por medio de la funcion metalinguistica se da significado a los que leemos, escuchamos o hablamos, si por alguna distraccion no se entiende los signos linguisticos la idea de la conversacion se pierde y se debe retomar el dialogo con anterioridad.

Aunque esta funcion no se le ha dado la suficiente importancia como lo vimos anteriormente tiene su grado de importancia dentro del idioma porque desde el niño mas pequeño va aprendiendo a interpretar los signos y su mensaje.

EL PAPEL DEL LECTOR EN LA CONSTRUCCION DEL TEXTO




En la relación escritor-texto-lector existen tres figuras posibles que no necesariamente se dan por separado; de hecho lector y texto se construyen mutuamente, en un ida y vuelta, pero para el caso que nos ocupa vale la división:
El lector construye al texto
El texto construye al lector
El escritor construye al lector

A. El lector construye al texto
Si estamos de acuerdo en que el lector lee desde un posicionamiento determinado por el medio y sus circunstancias, hay que reconocer que el autor también escribe determinado por su propio medio y sus propias circunstancias. La situación de la producción del texto determina al autor, y la situación de la recepción del texto determina al lector (Spillner, 110). El texto será reelaborado desde esa situación de recepción en que se encuentre el lector en el momento de la lectura.
Hay tres buenos ejemplos que señalan las particularidades del lector: Berti, como lector de Hawthorne, hace una reelaboración y escribe la novela La mujer de Wakefield, que coquetea con el cuento y algunas ideas de Hawthorne y es, además, un texto nuevo, que Hawthorne no imaginó y que completa al cuento original al funcionar como un reflejo especular: Hawthorne narra desde el punto de vista de Wakefield, y Berti desde el punto de vista de la mujer de Wakefield.
El segundo ejemplo es el de Shields, en El misterio de Mary Swann: en un simposio sobre literatura han desaparecido los ejemplares del libro sobre el cual versa, justamente, el simposio, y los asistentes deben apelar a su buena o mala memoria para recordar los poemas. Como sólo recuerdan palabras o versos incompletos, el resultado final se asemeja a un Frankenstein literario que en nada recuerda al libro robado. Y como Shields en ningún momento presenta alguno de los poemas tal cual fuera escrito por Mary Swann, el lector permanece perdido en la “oscura selva” de la verborragia académica, sin asidero que le permita, siquiera, saber qué escribió la difunta Swann. Toda ironía sobre los congresos de literatura no es casualidad, en especial porque Shields sabe de qué escribe: es catedrática de literatura en la Universidad de Manitoba, en Canadá.
El tercer ejemplo es el de Saramago en Historia del cerco de Lisboa, en donde el corrector de pruebas de una editorial, al revisar el texto de un libro, decide cambiarlo, provocando una nueva “Historia” de Portugal. Es decir, el personaje, desde su lectura, genera (casi) una ucronía.
En los tres casos la figura del lector es más importante que la del escritor, porque es el lector, en definitiva, quien va a darle sentido o no a un texto, quien colabora en su construcción (Berti), su fragmentación (Shields), o en su modificación (Saramago). Bien mirado, no obstante, los tres son casos de construcción: en todos el escritor sólo elaboró una versión de las múltiples posibilidades que tenía, abrió el juego, pero es el lector quien elige leer y, al hacerlo, selecciona una posibilidad. Y es ese lector quien puede multiplicar un mismo texto en infinitas posibilidades: con cada nueva lectura el texto se expande y “dice” cosas diferentes. Roa Bastos sostiene, así, que «un lector nato siempre lee dos libros a la vez: el escrito, que tiene en sus manos, y que es mentiroso, y el que él escribe interiormente con su propia verdad» (p. 159).

B. El texto construye al lector
Piglia postula otra característica del lector, que supone también un acto participativo, aunque de orden diferente: «El lector ideal es aquél producido por la propia obra. Una escritura también produce lectores, y es así como evoluciona la literatura. Los grandes textos son los que hacen cambiar el modo de leer» (Roca, 77). Es decir que no sólo es el lector quien le da sentido a una obra con el acto voluntario de la lectura, sino que hay ciertas obras que moldean al lector para que las entienda. Se establece así un ida y vuelta, que bien puede generar una retroalimentación ascendente.
Se puede bosquejar este camino en cinco pasos en donde, como la serpiente Ouroboros, el final se entronca con el principio: 1º) yo leo y por lo tanto escribo; 2º) escribo y por lo tanto construyo al lector; 3º) construyo al lector y por lo tanto mi obra adquiere sentido; 4º) mi obra adquiere sentido y por lo tanto yo lo adquiero, y en consecuencia escribo; 5º) yo escribo y por lo tanto leo.
No todo libro tiene lectores cuando se publica, así como no es lo mismo leer un libro en el momento de su publicación que leerlo décadas más tarde. Hay libros que sólo se comprenden tiempo después de haber sido publicados, como ocurrió con el Ulises de Joyce y En busca del tiempo perdido, de Proust. Lo mismo puede decirse de las novelas de Kafka, que se conocieron gracias a Brod, cuando el autor ya había fallecido. Y esto cabe no sólo cuando se trata de una misma obra leída por diferentes lectores, sino por una misma obra cuando es leída por el mismo lector pero en diferente época (Wellek y Warren, 173): nadie se baña dos veces en el mismo río, y nadie lee dos veces el mismo libro. El lector cambia, y cambiará, por ende, su apreciación del texto. «De este modo, cierta forma de ver o de interpretar, asumida en una época o propia de un conjunto de sujetos por razones de cultura, de clase o de generación, da lugar a tipos de lectura, en el sentido de sistema de leer o de lo que se busca en un texto, vinculados también a la eficacia en la producción de conocimiento» (Jitrik, 45).


Estos libros han exigido cierto tipo de lectura, es decir, cierto tipo de lector, que no existía en la época en que fueron escritos. Es posible que tanto Joyce como Proust o Kafka imaginaran un lector que aún estaba por formarse, y contribuyeron a esa formación desde el texto. La retroalimentación fue clara: estas obras enriquecieron a la literatura por plantear algo nuevo, y para que eso nuevo pudiera comprenderse formaron lectores, que a su vez enriquecieron a la sociedad y, por ende, a los futuros escritores. Los futuros escritores tenemos entonces la posibilidad de crear obras nuevas para enriquecer a la literatura. Se ha dado un paso adelante, una vuelta en la espiral ascendente. Esta evolución supone, entre otras cosas, la pérdida de la inocencia por parte del lector. El lector se vuelve “avisado”, participa de guiños, se vuelve más cómplice del autor. En otras palabras, aprende a jugar.
Es paradigmático el caso de El nombre de la rosa, de Eco, en donde se invita al lector a participar de un juego de guiños y alusiones veladas que remiten a otros textos y autores. La fuerza del texto es provocativa y quien lee se ve arrastrado a detectar los referentes en las múltiples lecturas que permite la novela. Así, no se puede obviar en la trama las alusiones a los cuentos «La biblioteca de Babel» y «La muerte y la brújula», de Borges, como tampoco se pueden obviar los policiales ingleses con Doyle y su Sherlock Holmes.
Este ejemplo de Eco también sirve, como puede apreciarse, para el tópico anterior, en que el lector construye al texto, porque en ese ahondar en las claves de la novela el lector está permitiendo que el texto exprese toda su riqueza y posibilidades.
C. El escritor construye al lector
Ahora bien, yo escribo, y por lo tanto tengo en mente un lector, ya que la escritura posee una connotación social, es un hecho que comunica. Pero como bien hace notar Calvino, no se escribe para un lector determinado, sino que se «escribe para los unos y para los otros. Todo libro (...) es leído por sus destinatarios y por sus enemigos» (Calvino, b, 184). El lector que se tiene en mente cuando se escribe es entonces un lector ideal, abstracto, suerte de alter ego del mismo autor, que proyecta sobre ese “lector ideal” sus mismas apetencias literarias y sus mismos conocimientos. Aunque Calvino se encargue de precisar que se debe presuponer un público más culto, más culto incluso que el escritor. Que dicho público exista o no carece de importancia. El escritor le habla a un lector que sabe más que él mismo, fingiendo saber más de lo que sabe para hablarle a alguien que sabe todavía más. La literatura tiene que jugar a la alza, apostar al encarecimiento, doblar la apuesta (Calvino, b, 184).